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Oviedo, 1934. Una huelga general revolucionaria estalla la noche del 5 de octubre y sume a todo el país en un profundo caos. Tristán Valdivia, que había vuelto enfermo desde Madrid a la casa paterna, busca refugio en la capital, mientras los sublevados avanzan arrasando todo a su paso. La ciudad permanece en silencio, hasta que de repente se oye un ruido en la lejanía. Es la dinamita de los mineros... El enfrentamiento está servido.
El periodista Javier Pérez de Albéniz asegura que “este segundo tomo de La balada del norte confirma que estamos ante el gran festín de la novela gráfica española, una obra ambiciosa que huye del panfleto y reivindica la memoria histórica. Zapico mira al colectivo y ve al individuo. Hace explotar obuses, y dinamita la mediocridad bélica, para derribar la noche y despejar el camino a la filosofía y la literatura. Cree en el ser humano, sea cual sea el uniforme que vista, como fuente de virtud y esperanza. El resto es conflicto, enfrentamiento, abstracción”.
Concluye Pérez de Albéniz: “Zapico ilustra un enfrentamiento fratricida, convierte el odio en belleza, apuesta por el poder del individuo y nos ofrece una posibilidad de reconciliación y esperanza. Es una gran suerte poder disfrutar de obras tan inspiradoras, conmovedoras y emocionantes como esta”.
Han sido 10 años de realización de esta tetralogía, cuyo tomo inicial apareció en 2015, y se superan ya los 42.000 ejemplares vendidos de los tres primeros volúmenes de la serie que acaba de terminar con esta cuarta entrega, “un verdadero episodio nacional dibujado que le habría encantado a Galdós y una obra maestra de la historieta española”, subraya Óscar Esquivias.
“Zapico está cómodo en el ámbito del cómic histórico y, en general, de la crónica de un pasado y un presente que no puede verse reducido al ‘buenos contra malos’ al que nos empujan medios de comunicación y prejuicios varios. Se agradece el alejamiento de visiones maniqueas, presentando héroes y villanos a ambos lados de la barricada”.
“La balada del norte es la gran novela gráfica asturiana de nuestro tiempo y el de Alfonso Zapico, pues si su obra destila emoción es porque viene de dentro”.
“Zapico añade una muesca a su trabajo más ambicioso hasta la fecha e hila fino con trazo grueso para ofrecer más una lección de humanidad que una clase de historia”.