Franz Kafka
Praga (1883)-Kierling, Austria (1924). Tras su pulcra apariencia de oficinista, se sintió un paria entre familiares, entre judíos, entre escritores, entre checos y alemanes. Aseguró una vez y otra que sólo sabía vivir para escribir, pero cuando, avanzada la tuberculosis, vio próxima la muerte, dio instrucciones para que destruyeran su obra. Tuvo amigos que las desobedecieron y así, quizá contra sus propósitos, heredamos un puñado de relatos desconcertantes, con aire de parábola privada de moraleja, que fascinan y perturban por igual y que han dado su nombre al sentimiento contemporáneo de lo absurdo.
La inquietante metamorfosis de Gregor Samsa, la triste decadencia del artista del hambre o la fidelidad patética del oficial del penal retratan con escueta minuciosidad y frío humor los sinsentidos y pesares de la condición humana en nuestro tiempo.
En Astiberri disponemos en nuestra colección Clásicos Ilustrados de La metamorfosis, acompañada por las ilustraciones de Paco Roca, así como de la adaptación gráfica de Peter Kuper.