El humor como apoyo moral
Frente a otros trabajos monográficos tuyos más dados a la experimentación narrativa, en tus chistes gráficos en prensa, sale el Manel Fontdevila más directo e intenso... ¿La actualidad obliga?
La actualidad obliga, por supuesto. De todas formas, en estos últimos meses lo único que distingue ya a las noticias es la magnitud del despropósito de turno porque, yendo a la esencia, nos estamos moviendo en muy pocos registros: capitalismo en fase terminal, retorno a un clasismo de lo más rancio, dictadura de los mercados, poco más. Vamos a parar siempre a lo mismo. En fin, en un momento complejo como el que vivimos no deja de ser excitante tener la oportunidad de dar tu opinión, de ser útil, aunque sea en el ámbito del apoyo moral. Apoyo a “los buenos”, ¡por supuesto!
De todas maneras, en el apartado gráfico se percibe cristalino que aunque estés limitado al espacio de una viñeta con la urgencia añadida de la impepinable entrega diaria, te tiras de cabeza a la búsqueda de soluciones de composición y metáforas alejadas de la repetición…
Precisamente porque la actualidad es ahora mismo terriblemente obsesiva y monolítica, me viene bien, como decías antes, haber experimentado narrativamente en el terreno de la historieta. Contar lo que ya sabemos todos usando la mayor variedad de planteamientos gráficos posibles, permite que el resultado pueda ser sorprendente e interesante para el lector; además, la forma tiene también su función humorística. Siempre busco la manera de divertirme con mi trabajo, creo que es algo que, de alguna manera, se transmite al lector. Si el dibujante se aburre, entonces ya mejor lo dejamos correr...
Los personajes arquetípicos recurrentes –el currela aquejado de enanismo, con casco de obra y camiseta blanca sin mangas frente al empresario gordote con traje azul marino y corbata habitual de las gafas oscuras, por ejemplo– ¿te ayudan a hacer llegar un mensaje que tú tienes claro?
Al final uno se rinde al uso de arquetipos, claro. Si vamos a lo esencial, cuando haces un chiste estás ordenando signos y símbolos sobre el papel. Hay dibujos, pero también letras, tipografías, títulos, diagramas, cartelitos. Al currela bajito, finalmente, ya lo leemos como si fuera una letra más del texto, como un ideograma. Dicho esto, la verdad es que la actualidad del momento se presta mucho a recuperar esta iconografía setentera del explotado y el explotador, ¡hay un revival político de lo más interesante!
Cierre de periódicos, EREs a mansalva... La prensa también demuestra estar regular-mal. ¿Intuyes que hay unos tiempos de un periodismo saneado que no volverán, no sólo en términos económicos, y casi únicamente queda la red internáutica como alternativa, o ves una tercera vía ante un ciclo concreto que pasará?
Bueno, la cosa es que llegó la crisis para todos cuando el papel ya estaba sumido en su propia crisis: tenemos dos crisis al precio de una, fíjate qué suerte. No sé cual es el futuro de la prensa; en cualquier caso, me interesan las experiencias en internet porque, si finalmente hay que ir hacia allí, cuanto antes empecemos a quemar etapas mejor. Sea como sea, y pese a la incertidumbre y el sálvese-quien-pueda general, no concibo un futuro sin periodistas contando qué está pasando. Y si puede ser, desde un formato que permita una pequeña viñeta por ahí en medio disimulada...
“Nos recuperaremos; eso es indiscutible”
¿Tú ves algo positivo en esta coyuntura de crisis? Porque hay quien apunta que lo que estamos viviendo de unos cuatro años a esta parte nos obliga darle más al magín, estar más activos, ser más imaginativos a la hora de encontrar soluciones y a mirarnos menos el ombligo, pero por otra parte, son legión los que por mucho que lo intentan no llegan a fin de mes, directamente las están pasando canutas sin entrada de ingresos en familias enteras o hacen las maletas y lo intentan en otros países del primer mundo porque los hechos les demuestran que lograr el primer empleo se antoja una quimera...
Imagino que esta crisis va a ser la ración de gran caos histórico que le tocará a nuestra generación, el equivalente a lo que antes habían sido grandes guerras o revoluciones; las consecuencias durarán largo tiempo y no imagino muy bien ni cómo ni cuándo nos recuperaremos. Pero nos recuperaremos, eso es indiscutible. Y si ello lleva a que, como ha pasado otras veces, las generaciones posteriores saquen lecciones de esta época que les permitan construir un mundo más justo y mejor repartido, pues oye, champán para todas.
En todo caso, aún con ciertos titubeos, sigue el discurso dominante entre los gobernantes de las diversas instancias institucionales de este país que hacen la ola al patrón diseñado por Merkel, abrazando pornográficamente el recorte como el nuevo Santo Grial... Del dislate de los aeropuertos sin pasajeros y el “ponga un Guggenheim en cada pueblo de la geografía española” a la sangrante pérdida de servicios básicos para la sociedad que se fueron ganando lustro a lustro.
De todas las teorías que se barajan para salir del agujero, este es, quizás, el denominador común: pagamos nosotros y no se piden responsabilidades. Sorprende la cantidad de saliva que algunos prohombres de la gestión y de la opinión gastan culpabilizando al peón de albañil que compró un BMW, comparado con lo de puntillas que pasan luego sobre los despilfarros y torpezas a gran escala que todos conocemos, y que desembocan en el rescate europeo. En fin, para los humoristas, tierra para trabajar.
Tampoco parece que haya habido una autocrítica real y cambio en las dinámicas de hacer política, ni que la banca, más allá de un proceso de concentración y de transfusiones sanguíneas que sufraga el ciudadano de a pie, vaya a cambiar de forma de proceder...
No, parece talmente que la crisis sea una catástrofe natural, algo que pasa por fuerzas más allá de lo que el hombre pueda controlar: un terremoto, un volcán, un tsunami, un banco que se hunde... ¡nadie es culpable! En internet, no ha mucho, se reclamaba un Nuremberg para esta crisis. Ojalá lo veamos algún día.
En este sentido, sólo dimite el que agota todas las posibilidades de seguir en su poltrona hasta que la situación es tan extrema que si no se va, le van a echar (con sueldos astronómicos, por otra parte)..., no parece la mejor manera de predicar la regeneración y, por tanto, no ayuda a que el cabreo de la mayor parte del cuerpo social se atempere...
En la gestión de ese cabreo creo que está el único elemento no controlable de la ecuación, lo que deberá abrir caminos que nos ayuden a avanzar. No solo en la protesta, también en la gestión de nuestros recursos, en nuestra organización. En lo que sepamos hacer “al margen”. Lo que en la cultura fue el underground, igual hay que exportarlo a otros ámbitos sociales…
El compromiso del movimiento en la calle
Siguiendo con el mosqueo generalizado del respetable... ¿cómo ves las muestras de protesta en la calle ante el estado de las cosas, así como la actitud de los sindicatos?
La calle ha dado algo tan positivo como pueda ser el movimiento 15-M. Sin este movimiento, estoy seguro que hoy la sensación de frustración social sería muchísimo mayor. Y veremos sus frutos, claro. Han comprometido socialmente gran parte de una generación, esto no puede tener lectura negativa. Ante ellos, los sindicatos son una cosa más... aparatosa, en efecto. Y más politizada, en su peor acepción. Y aún así, habrá que reformarlos, que darles un meneo severo, pero tienen que estar ahí, alguien tiene que hacer lo que hacen los sindicatos. Más concretamente, alguien debería hacer lo que tendrían que estar haciendo, ja ja.
Parece que hay un subtexto ante la avalancha de noticias negativas, como de infundir miedo al cuerpo social, un “no te muevas, que es peor”. ¿Se te ocurre alguna receta ante este agente paralizador de actitudes?
Ja ja, no, no tengo recetas, yo solo hago chistes. Por decir algo: estar informado, leer, y aplicar todo el fruto de nuestra reflexión en nuestro día a día más inmediato. Y esperar a ver qué pasa, ¡si es que pasa algo!
Y esto del humor... ¿ayuda a pasar el trago? Porque además, no todo es reivindicación; en el generoso capítulo “Algo refrescante” que nos dedicas en ¡Esto es importantísimo!, uno se relaja con muestras de pura comedia estival...
En efecto, esa parte está planteada un poco como intermedio... sigue siendo retrato del entorno, pero quizás de una foma menos alarmante… Cuando acabe la crisis creo que pasaré un par de años así, dibujando chistes de náufragos, de pieles de plátano y de bancos recién pintados, ¡sólo por desintoxicarme!
¿Y ahora qué? Además de tu trabajo semanal en El Jueves, ¿estás pensando en embarcarte en nuevas aventuras gráficas?
Siempre tengo montones de ideas, lo que pasa es que el tiempo me ha enseñado que es mejor no crear falsas esperanzas y mantener un discreto silencio al respecto. Como cosa ya apalabrada, habrá un nuevo recopilatorio de chistes aparecidos en Público para este mismo año, recogiendo esta vez los que hice en referencia a la iglesia. Entre ellos, los referentes al viaje del Papa del 2011, del que hice un seguimiento exhaustivo. Lo editaría también Astiberri bajo el título: “Profundamente anticlerical”.