Exprimiendo el miedo
Empezamos por las preguntas difíciles: los motivos. ¿No es un cambio un tanto brusco? ¿Por qué te has metido a esto de los tebeos?
Los medios basados en la experiencia del tiempo me interesan mucho, y ahí aparece el cómic como medio narrativo superprimitivo en cuanto a su factura. Imágenes estáticas y textos, de ahí se tiene que desprender tiempo. El cómic contiene una violencia primigenia al unir dos medios tan dispares como el dibujo y el lenguaje. A lo largo del siglo pasado, se crearon un montón de articulaciones posibles entre ambos hasta el punto de que esa violencia original pueda parecer hoy algo natural, pero lo que a mí me interesa es retomarla como posibilidad de creación.
Por otro lado, el cómic me gusta como medio artístico de acceso popular. Cada obra de cómic tiene que medirse directamente con un público que las aprecia y las critica sin necesidad de instituciones intermedias. El arte contemporáneo, en ese sentido, todavía es muy académico y curricular. Tiene lugar en templos, muy a pesar de los artistas.
¿Crees que han influido esas experiencias anteriores en tu forma de abordar la historieta?
Sí, aunque no sé distinguir el alcance de esa influencia en muchos aspectos.
¿Cómo surge la obra?, me refiero más a cómo eliges lo que vas a contar que a cómo te surge la oportunidad de hacer Mal dadas.
No suelo recordar el origen de muchas de mis obras... Los personajes, la trama, van surgiendo los unos de los otros en un proceso de amalgama bastante poco programático. Voy creando dibujos, frases sueltas, como siguiendo una pista sin saber a ciencia cierta adónde lleva todo ello. Entonces suceden saltos donde las cosas van tomando consistencia en un instante. Así surgen los argumentos de mis historias, o los personajes.
Temáticamente te alejas de los estándares habituales, ni es de género, ni autobiográfica...; te acercas a una realidad muy poco tratada: esas chicas no las he visto antes en los tebeos, aunque sí por la calle. ¿Es un retrato de la actualidad o una excusa para contar otras cosas?
Pues yo diría que no pretende ser un retrato social, pero sí que su intención es contar exactamente lo que se cuenta. Es decir, no hay metáfora. Lo que pasa es que los personajes y la historia se resisten a encajar en tres dimensiones, quieren quedarse a ras del papel.
En Mal dadas pasas de páginas dibujadas enteramente a ordenador, a otras a tinta, para acabar con un lápiz que no se oculta precisamente. ¿Has entendido Mal dadas como una buena ocasión para experimentar con los acabados del dibujo?, ¿es casual el paso del digital al analógico?
Los cambios del dibujo son más un proceso de depuración que un deseo de utilizar diferentes recursos gráficos o tratamientos en la historia... es puro work in progress. Las primeras páginas tienen una diferencia de casi un año con las últimas, ya que todo ello se iba publicando por entregas. Podría haber intentado ceñirme a un estilo gráfico de principio a fin, ¡pero eso me parecía tan aburrido!...
Narrativamente también encontramos muchos recursos, desde el tipo de planos, la paginación, el uso del blanco en la página… ¿Hay una voluntad estilística de alejarse de los formatos de paginación y puesta en escena clásicos o surge a medida que realizas el trabajo?
Me sucede que pienso en las páginas como una modulación constante. Hay que llevar el ojo del lector por aquí, por allá, permitir que se pierda un poco en algunas ocasiones... flipo mucho con las posibilidades que el cómic como medio proporciona al lector a la hora de recorrer la obra. Y supongo que intento aprovechar esas potencialidades para que cada cosa que se cuente ahí se experimente como algo nuevo. No pretendo que mis cómics parezcan nuevos respecto a otros cómics, sino que te ayuden a experimentar lo nuevo que hay siempre en la vida.
¿Encuentras afinidades en el mercado nacional o internacional? Porque me cuesta situarte en una escuela o corriente actual. ¿Cuáles son tus influencias tebeísticas? ¿O crees que vienen de otros medios?
Sí creo que existe una sensibilidad común con otros autores de cómic, salvando las distancias a su favor. Hay unos cuantos norteamericanos como Anders Nielsen, C. F., Dash Shaw, autores cercanos a Kramers Ergot... todos ellos son bastante más jóvenes que yo, ¡no sé qué pensar acerca de esto! Chester Brown podría ser un referente clásico para mí dentro de esta corriente o sensibilidad a la que me refiero.
¿Estás trabajando en algún otro proyecto de cómic en la actualidad?
Estoy preparando un minicómic con la intención de publicarlo a finales de año. Todavía no tiene nombre y seguramente contendrá un material heterogéneo, pero todo serán cosas muy recientes.