Un Macondo personal

A pesar de que en la mayoría de los casos han pasado ya más de diez años desde que acabaras estos relatos que se integran en No despertéis el ser que duerme, se percibe que las historias mantienen su gracia y frescura con el paso del tiempo... Tal vez se encuentren mayores dosis de complejidad narrativa y de pirotecnia visual en posteriores obras tuyas de mayor paginación como Pl*xi*gls o El último gran viaje de Olivier Duveau, pero se antoja que estos cuentos mantienen un nivel de lo más estimable. ¿Con qué mirada te acercas a estos trabajos tanto tiempo después?
¡Uf! Pues por un lado con un punto de nostalgia. Porque inevitablemente estos cuatro tebeos me transportan a una época maravillosa e importantísima de mi vida. Era la época en la que había dejado Pamplona para ir a Barcelona a estudiar Bellas Artes, en la que conocí a un montón de gente nueva, en la que hice grandes amistades de las que a nivel creativo aprendí muchísimo, en la que estuve compartiendo piso con otros dos estudiantes ( algo que más o menos reflejaría más tarde en Pl*xi*gls), en la que decidí quedarme a vivir ya en Barcelona y en la que, bueno, había de alguna manera una gran inocencia, ya que todo estaba por empezar, y había mucha ilusión en cada cosa que se hacía. Viéndolos ahora, desde la perspectiva que da el paso del tiempo, tengo que reconocer a pesar de que quede algo egocéntrico, que miro estas cuatro historias con cierto orgullo. No me avergüenzo de ellas, creo que aguantan decentemente el paso del tiempo. Sí que es verdad que a nivel gráfico no destacan especialmente. Nunca he sido un gran dibujante, pero creo que tenía el nivel justo para poder ilustrar el tipo de historia que quería contar y expresarla en viñetas. Así que, en conjunto, creo que son cuatro buenos tebeos.

La enfermedad, el amor, la muerte, el abandono, la pérdida o el viaje en pos de una realidad más brillante son algunos de los temas que se pueden encontrar en tus obras. ¿Qué te motiva transitar estos caminos recurrentes desde parámetros cercanos al cuento clásico?
Pues me imagino que tratando esos temas es donde más a gusto me encuentro, supongo que forma parte de mi personalidad. Debe ser que, en el fondo, utilizo los cómics como una especie de catarsis personal, y aunque, de momento, no me ha servido de mucho, sí al menos ha dado lugar a un puñado de historias. Creo además que el patrón de cuento clásico es el “soporte” perfecto para tratar dichos temas. Me gusta ese ambiente de cuento infantil flotando por toda la historia mientras a ras de suelo ocurren cosas que poco tienen que ver con el mundo infantil (¿O sí?)

Además de tu gusto por lo onírico, destilando esa poesía visual y textual que te definen a lo largo de tu carrera como autor de cómics, te sale a veces, sobre todo en tus primeras obras, un humor, por momentos descacharrante, que se escora hacia lo oscuro; en algunos lances del Conde Tozudo, airado personaje inmovilizado de Igor Mortis, las risas de hace 12 años cuando se editó por primera vez el tomito por Undercómic resurgen de nuevo con motivo de su reedición en este recopilatorio...
Pues es que al mismo tiempo que dibujaba estos cómics, digamos más personales, junto a dos compañeros de carrera (Valentí Ponsa y Ricardo Peregrina) estaba dibujando historietas de humor para la revista Mala Impresión. Firmábamos como “Los muñecos de Fimosis”... Ya te puedes hacer una idea del tipo de humor que hacíamos. Así que, como te digo, el humor también forma parte de mi mundo. Y siempre me gusta meter algún pequeño chiste. Creo que en todos mis cómics hay algún momento de humor. No me gusta que la historia sea muy solemne y el humor es perfecto para dar un respiro al lector y desmagnificarlo todo un poco. Como es la vida, creo yo. La tragedia y la comedia van siempre de la mano.

Hay también unos elementos físicos que parecen de tu gusto: los espacios abiertos, vetustas mansiones, castillos imposibles o cabañas campestres, las estrellas, los barcos que surcan el cielo... Según se ve, no tienes especial querencia por los ámbitos urbanos para ubicar tus historias...
Ja, ja, no. La verdad es que no. Es verdad que tiendo a espacios apartados, una especie de micro-mundos o algo así. Supongo que me ayuda a controlar mejor la historia y a los personajes. Y ese punto extraño de atemporalidad y de lugar geográfico indefinido que hay en mis tebeos creo que ayuda a dar un aspecto onírico a la historia. Mirando los cómics de nuevo para preparar el recopilatorio me gustó que pareciese, al menos desde mi punto de vista, que todos comparten un mismo “paisaje”. Es como si las cuatro historias podrían estar ocurriendo a la vez una cerca de la otra. En una especie de Macondo personal, salvando las distancias, ¡claro!

La búsqueda de una unidad también está en la realización ex profeso para la ocasión de una cubierta y unas portadillas que abren cada uno de los cuatro relatos... ¿Tú ya tenías en mente la imagen de que estos cuatro relatos, que en su día contaron con unas tiradas bien modestas, y por lo tanto de reducida distribución, podrían funcionar bastantes años después en una edición conjunta?
No, qué va. Pero cuando salió la oportunidad de hacer el recopilatorio pues me alegré mucho. Es como darles vida de nuevo, ponerlos guapos para la ocasión. Vestirlos con un traje nuevo y hacerles algún retoque para que parezcan más jóvenes. Y me hace mucha ilusión que haya algún lector que se acerque por primera vez a estas historias.

Una recopilación que se ve complementada con un nuevo trabajo tuyo, el que abre y da el nombre al tomo, el primero en cómic desde la publicación de El último gran viaje de Olivier Duveau...
Hablándolo con vosotros los editores de Astiberri comentamos la posibilidad de incluir algún material nuevo. Yo tenía historietas cortas que se podrían haber incluido pero no encajaban con el tono unitario de los cuatro tebeos así que descartamos esta opción. Pero buscando en los cajones desempolvé un viejo proyecto que comencé tras terminar Plexiglás pero que no lo llegué a concluir y que di carpetazo cuando empecé el cómic de El último gran viaje de Olivier Duveau. Pero bueno, allí habían quedado unas páginas y que aunque eran parte, como digo, de una historia más larga lo que tenía de momento dibujado funcionaba como historia corta y encajaba en el espíritu de las otras cuatro. Así que decidimos incluirla como una especie de rara avis y para dar un punto de novedad extra al recopilatorio.

Una página más en A Berta le atormenta la tormenta

Entre los añadidos de No despertéis el ser que duerme está una página extra que en su día no se incluyó en el cuento de A Berta le atormenta la tormenta...
Es la escena en que Berta sale de la cama y se dirige a la ventana para cerrarla y evitar así que entre el rayo a su habitación. Yo dibujé esta escena en dos páginas pero en la edición original que editó en su momento Doble Dosis se redujo a una. Ahora no recuerdo muy bien qué pasó con esta página, por qué se suprimió. Creo que me lié con el número final de páginas y sobraba una y tuvimos que hacer una restructuración. O comentamos que quizá era una escena que no necesitaba dos páginas para ser explicada. El caso que en este recopilatorio “A Berta le atormenta la tormenta” saldrá tal como se parió.

Tus inicios como dibujante de historieta beben gráficamente de la escuela Bruguera. ¿Qué autores y obras tenías como referente?
De todo. Es que de pequeño devoraba los tebeos. Me encantaban. Leía todo lo que caía en mis manos. Pero sí que la escuela Bruguera me influyó especialmente. Y sobre todo Jan y Raf (y su Mirlowe y Violeta post-bruguera me volvía loco, y me vuelve, vamos). De ahí viene el seudónimo de Jali, de cuando era pequeño y dibujaba mis tebeos y para “emular” a mis maestros pues me inventé lo de Jali. Luego cuando publiqué mi primer cómic pues me lo puse, como homenaje a aquel niño y así he seguido.

Y en cuanto literatura, ¿de qué fuentes bebes, entonces y ahora?
Como te decía antes yo fui un lector enfermizo de tebeos y tengo que reconocer que leía menos libros. Cuando era adolescente tenía un cierto complejo por esto, supongo que era porque aceptaba entonces al cómic como algo menor respecto a la literatura, pero ahora me siento un afortunado, no me importa haber leído más tebeos que libros. Gracias a los comics pasé una infancia maravillosa, viví aventuras de todo tipo e incluso viajé con Tintín a la Luna. ¿Qué más se puede pedir? Y bueno, me hicieron apreciar, por supuesto, el placer de la lectura. Y de libros, me encantaban y me encantan los cuentos clásicos ¿cómo no? (Sobre todo El mago de Oz y Peter Pan), las novelas policiacas (En especial las de Conan Doyle y las de Agatha Christie, que son una verdadera droga para mí) y las novelas clásicas juveniles (Twain, Stevenson, H.G.Wells).¡Ah! Y también soy muy fan de las novelitas del Oeste del gran Silver Kane, o González Ledesma para los amigos, y sobre todo soy un coleccionista compulsivo de la antigua biblioteca juvenil de Alfaguara (que recogía unos títulos maravillosos con unos dibujos geniales) Creo que casi todos los autores que leo ya están muertos, es un requisito personal supongo.

Has colaborado con otros ámbitos artísticos... ¿Cómo resultó tu participación en el disco-cómic Mentiroso, mentiroso, de Iván Ferreiro, adaptando al cómic tres canciones suyas bajo el epígrafe, La suite de la soledad?
Pues increíble, la verdad. Yo es que ya era muy fan de Los Piratas y más aún de Iván en solitario, así que cuando salió una oportunidad así pues fue un subidón enorme. Nunca había hecho nada parecido así que esto de adaptar una canción al cómic fue toda una experiencia. Pero creo que Ivan quedó contento con el resultado del experimento y yo disfruté muchísimo dibujando esas 4 páginas.

No eres especialmente prolífico, pero la edición de esta obra o la edición en Italia de El último viaje de Olivier Duveau este mismo año, o el relato inédito que da nombre al recopilatorio y se incluye en este tomo, ¿no te da un plus de ganas de seguir dándole cuerpo a alguna obra tuya como Malaria, cuya ejecución quedó interrumpida, o bien, meterte en otra obra larga de envergadura hoy por hoy sería una nota disonante en tu mundo laboral de libros de texto y cuentos infantiles, práctica que, por otra parte, no deja de estar directamente relacionada con el dibujo?
Pues sí, me encantaría. No te puedes imaginar la rabia que me da tener la mitad del cómic de Malaria ya acabado y muerto del asco en mi ordenador. Pero es que son momentos difíciles y tengo que ganarme el pan como sea. Tengo la suerte de que me gano la vida dibujando, así que me siento un afortunado, pero me encantaría tirar para adelante no sólo Malaria, sino los 5 ó 6 cómics que tengo en mente para un futuro. Sólo que dibujar un cómic a mí al menos me supone dedicar mucho tiempo y ahora es un lujo que no puedo permitirme. Tengo una niña y a ella le importa un pito los anhelos tebeísticos de su padre y bien que hace. Así que Malaria, La poco creíble historia del niño-árbol, Las infusiones mágicas, Inopia, El faro secreto, El niño miope elige su propia aventura, K-poot y alguna cosilla más que hay por alguna libreta por ahí perdida tendrán que esperar. Quizás algún día... Nunca se sabe.